La meditación es mantener un fluido constante de la consciencia hacia Dios. Todos los pensamientos se expulsan de la mente, la cual se llena y satura de pensamientos divinos, de la gloria divina y de la presencia divina.
La meditación es la séptima etapa o escalón en la escalera del Yoga. Los yoguis la llaman Dhiana. Los Ñanis la denominan Nididdhiásana. Los Bhaktas la nombran Bháyana.
Olvida el cuerpo. Olvida tu entorno. Olvidar es el Sádhana más elevado. Ayuda mucho en la meditación y facilita la aproximación a Dios. Acordándote de Dios, puedes olvidar todas las demás cosas.
Jesús dice: «Vacíate y yo te llenaré.» Esto corresponde a la enseñanza de Patanyali Maharshi: «El Yoga consiste en la aniquilación de todas las funciones mentales.» Este proceso de vaciar o dejar la mente en blanco es, sin duda, una disciplina de entrenamiento, aunque no cabe duda de que una práctica continuada, de cualquier tipo que sea, conduce al éxito.
En una gran ciudad hay mucho ruido y bullicio a las ocho de la tarde. A las nueve ya no hay tanto. A las diez de la noche se reduce aún más, ya las once mucho más aún. A la una de la madrugada hay paz en todas partes. De igual modo, al principio de las prácticas yóguicas hay continuos Vrittis en la mente. Gradualmente, las olas del pensamiento se amainan, hasta que, al final, todas las manifestaciones mentales se controlan. El Yogui disfruta entonces de una paz perfecta.
SIVANANDA, Senda Divina