La palabra yoga proviene del sánscrito: yoga, que procede a su vez del verbo yuj: ‘colocar el yugo [a dos bueyes, para unirlos], concentrar la mente, absorberse en meditación, recordar, unir, conectar, otorgar, etc.’. El verbo yuj es la misma raíz indoeuropea de los términos castellanos «yugo» y «conyugal».
El Yoga significa unión, pero union con el Espíritu Superior, con el Cosmos, con el Todo.
En 1931, el arqueólogo británico sir John Marshall descubrió en Mojensho Daro (Pakistán) un sello de esteatita del siglo XVII a. C. de la cultura del valle del Indo, con una criatura antropomorfa con cuernos, en una posición sentada con las piernas cruzadas. Marshall generó tres hipótesis:
1. el ser sentado sería el dios Shiva ; por eso Marshall bautizó al sello «Paśupati» (señor de las bestias, otro nombre del dios hindú Shivá);
2. el ser estaría practicando un asana de yoga;
3. por lo tanto el yoga tendría por lo menos 35 siglos de antigüedad.
En la actualidad algunos escritores en Occidente, entre ellos G.Feurstein, Mircea Eliade, Van Lysbeth y DeRose, creen que esta es una prueba de que en la cultura del Indo se conocía el yoga. Algunas citas:
"(...) pueden detectarse vestigios de una forma primitiva de Yoga ya en la denominada civilización del Indo que floreció en los milenios segundo y tercero a.C.
"El Yoga tuvo su origen en la India (...) hace cinco mil años (...) en la civilización harappiana o dravídica, que se expandió a partir del Valle del Río Indo.